“Ahora que decidí terminar con mi pareja, ¿cómo manejo la culpa?” Abandonar una relación siempre es una decisión complicada que nos enfrenta a muchas dudas e inseguridades.
Escrito por: Tere Díaz
Tiempo de Lectura: 4 minutos
El temor a dejar algo que fue o podría ser muy bello, el temor a lastimar a alguien que se amó, el miedo a la soledad, etc., son cuestiones que pueden llevarnos a retrasar el planteamiento de la separación buscando no tomar una decisión al vapor.
Si eres quien propuso el fin de la relación, es probable que llevaras algún tiempo sintiendo incomodidad y preparando “la retirada”.
Seguramente dar el paso y sostenerlo te hizo sentir, en mayor o menor grado, culpable.
Si tú fuiste el “terminador”, muy probablemente sentirás culpa por lo que hiciste o dejaste de hacer.
La culpa genera remordimientos y una sensación de ser in-merecedor, malo y cruel.
En este breve artículos nos enfocaremos específicamente en quien “se va”, en quien decide terminar.
La culpa de manera general se produce cuando lo que haces no corresponde a lo que piensas, y generalmente es porque tus acciones no están a la altura de alguna norma que tienes en tu interior.
Nuestro comportamiento se rige por un código interno, generalmente formado años atrás con la influencia de nuestros padres y educadores primarios.
Este código está constituido por normas que operan en nosotros, algunas de manera consciente, otras de forma inconsciente.
El sentimiento de culpa es funcional si te ayuda a resolver un problema, a cuidar de ti mismo y de los demás, así como a reparar los daños de acciones equivocadas.
Sin embargo hay una culpa disfuncional que sólo añade sufrimiento a tu vida convirtiéndose en un problema más.
Necesitas mucho discernimiento y flexibilidad para distinguir qué “culpas” le corresponden a cada quien.
Esto es, cada miembro de la relación hizo y dijo cosas, de las cuales cada uno debe hacerse cargo: la responsabilidad de nuestros actos no puede ni debe ser delegada a nadie con el fin de “lavarnos las manos”.
En muchas ocasiones sentimos culpa por algo que, realmente, no estaba en nuestras manos evitar. Otras tantas ocasiones somos responsables de cosas que no hemos notado, o bien no queremos aceptar.
Será bueno, al enfrentarse a las decisión de terminar una relación, considerar los siguientes puntos:
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Reconoce y valora los esfuerzos e intentos que hiciste por resolver los problemas antes de romper. Algunas veces la culpa proviene de pensar que “no se hizo lo suficiente para reparar las cosas”.
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Revive la experiencia de insatisfacción y sufrimiento que te motivaron a salir de la relación. Esto es importante para mantener en ti las causas que te llevaron a ello y no perderte en los “hubieras” o pensando que quizá deberías dar marcha atrás.
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Anota los deseos, intereses, necesidades y valores que se veían truncados al ser pareja de esa persona.
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Recuerda lo que sí te dio la pasada relación, hónralo y agradece en tu interior haberlo vivido.
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Pregúntate cuál es la razón precisa por la que sientes culpa: ¿causaste algún daño real o la culpa viene de repetirte constantemente que eres “malo” por estar “abandonando” tu relación?
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Si reconoces que lastimaste a tu ex innecesariamente, pide disculpas cuando sea el momento preciso y trata de reparar en lo posible sin abrir las puertas a una reconciliación. Es importante responsabilizarte de tus acciones pero recuerda que reconciliar y reparar el daño no tiene porqué implicar que tengas la intención de retomar la relación.
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Visualiza la vida futura que se abre para ti gracias al valor de terminar con una relación que no correspondía a la persona que hoy eres, e inicia el camino de conquista de ese futuro que comienza a partir de hoy.
Ya Voltaire afirmaba hace muchos años: “He decidido hacer lo que me gusta porque es bueno para la salud”.
Es mejor dedicarnos a vivir lo mejor que podamos y esperar, sin mayor certeza, que nuestra felicidad les cause alegría a los demás.
Estos son los términos sobre los que cabe actuar para romper las cadenas emocionales que nos aprisionan mediante la culpa.
Una vida plena requiere de sentirnos satisfechos con nuestras relaciones, nuestras actividades y saber que, frente al sentimiento de culpa, tenemos la madurez emocional para hacernos cargo de nuestros errores.