En un mundo de incertidumbres, es primordial que le enseñemos a nuestros hijos a tener seguridad en ellos mismos para sortear los retos de la vida.
Escrito por: Tere Díaz
Tiempo de lectura: 3 minutos
“Los padres de más éxito en su misión son aquellos que tienen la rara habilidad de meterse detrás de los ojos del niño y que logran ver lo que él ve, pensar lo que él piensa y sentir lo que él siente. Al final, los que saben interpretar el significado que yace detrás de su comportamiento” – Gottman
Los niños constituyen el recurso más preciado de la humanidad. Sin embargo, por el modo de proceder humano, parecería que otros recursos fueran más importantes: se estudia afanosamente para construir casas, administrar negocios, interpretar leyes, hasta que un día se afronta en completa ignorancia la tarea de educar a nuestros hijos.
La sociedad exige un entrenamiento y preparación para todo tipo de trabajo relacionado con los niños: maestros, psicólogos, entrenadores, etc., pero en ocasiones las personas más importantes en la vida de los niños, los padres y las madres, asumimos la labor de educar a nuestros hijos sin ningún entrenamiento especial. Acometemos la tarea más difícil y absorbente, que dura las 24 horas del día, durante muchos años, en tranquila y completa ignorancia: ¡el primer niño que muchos de nosotros conocemos de cerca es nuestro propio hijo!
Agreguemos que vivimos en una época con demasiadas exigencias, cambios acelerados y retos particulares: Hoy, como padres y madres de familia enfrentamos desafíos que muy probablemente la generación de nuestros padres y abuelos no tuvo que sortear.
¿Qué aspectos son centrales para un desarrollo integral que lleve a los niños a desarrollar su potencial y a sentirse seguros de sí mismos?
El manejo de las emociones como camino de autoconocimiento y reflexión, y la disciplina eficaz.
Las investigaciones han demostrado que los niños y las niñas educados por padres y madres que valoran y guían sus emociones, pero que al mismo tiempo tienen límites claros al instaurar una disciplina adecuada, hacen un mejor papel en diversas áreas de su vida:
- Estos niños forman amistades más fuertes.
- Se desempeñan mejor en la escuela.
- Aprenden a lidiar más efectivamente con sus estados de ánimo (humor) y tienen menos emociones negativas.
- Se recuperan más rápidamente de eventos conflictivos.
- Se enferman menos.
- Disfrutan más la vida.
Ser un padre emocionalmente inteligente permite:
- Distinguir el propio mundo emocional.
- Interactuar con los hijos cuando las emociones se ponen en juego.
- Ayudar a los hijos a reconocer sus sentimientos y emociones y ponerles nombre.
- A no reaccionar, por el contrario, a reflexionar y a actuar en consecuencia de manera oportuna y constructiva.
No podemos dejar de señalar que en la base de la educación de nuestros hijos y nuestras hijas debe estar el amor, pero el amor por sí mismo no es suficiente. Los padres dedicados, cálidos e involucrados con la crianza, tienen actitudes específicas en relación sus propias emociones y a las de sus hijos, al tiempo que desarrollan un escenario de normas claras, adecuadas y explícitas que contienen a sus hijos y les dan seguridad.